Ecosocialismo – Lire en français – Leggi in italiano – Read in english
Feminismo. Esta es su definición básica según una famosa enciclopedia colaborativa en línea: « Conjunto de movimientos e ideas filosóficas que comparten un objetivo común: definir, promover y alcanzar la igualdad política, económica, cultural, social y jurídica entre mujeres y hombres. » ¡ Menuda labor de alcance internacional la que nos espera !
No entraremos aquí en los detalles de los avances de cada categoría de esta definición. Nos contentaremos con un panorama global y un balance de la situación de las mujeres en el contexto de la crisis sanitaria del Covid 19, y señalaremos a continuación los vínculos intrínsecos entre emancipación de las mujeres y ecosocialismo.
Si la paridad aparece hoy en los textos, en la práctica todavía queda mucho por mejorar. Las causas, sin embargo, son conocidas: una ascensión de las mujeres en su vida profesional limitada por la contingencia de la vida diaria dentro de la célula familiar, consecuencia de una sociedad basada aún en el patriarcado, es decir « una forma de organización social y jurídica fundada en la detención de la autoridad por los hombres », sean padres, amos o maridos.
Sin embargo, la implicación de las mujeres en la lucha por sus derechos es cada vez más masiva. En su libro « El segundo sexo », Simone de Beauvoir escribe en 1949 la famosa frase: « No se nace mujer, se llega a serlo ». En su escrito, no se muestra indulgente con las mujeres, ya que subraya cómo, a veces, las propias mujeres fueron interiorizando su sumisión. Pero no es fácil librarse de esas cadenas invisibles al ser criadas en una sociedad cuyas reglas fueron escritas por los hombres y para los hombres, definiendo así las referencias sociales y culturales que favorecen la persistencia de esa dominación masculina.
Así, el embarazo sitúa a las mujeres en una posición que durante demasiado tiempo fue un yugo, trasladando las características biológicas a un papel social predefinido. Annie Ernaux, en su libro « El acontecimiento », publicado en 2000, evoca las luchas femeninas por el derecho a disponer de su cuerpo. Fueron necesarias décadas de lucha en Francia para que las mujeres se libraran de la obligación de procrear, gracias a la contracepción y al derecho al aborto (en Francia, Ley Veil del 17 de enero de 1975), aunque el aborto no deja de ser un profundo dolor físico y moral para muchas mujeres.
En la actualidad se ha iniciado una lucha por el derecho a un parto que respete el deseo de las mujeres, contra las violencias ginecológicas. Hoy en Francia las mujeres pueden elegir el lugar del parto: en casa, con la ayuda de una comadrona que acompaña el proyecto de la mujer a lo largo del embarazo, en una piscina, pero también en una estructura hospitalaria que tiene en cuenta la voluntad de las mujeres y de las parejas (elección de la postura de parto, con un fondo musical por ejemplo).
Otras veces, al contrario, las mujeres se enfrentan a los cierres de las maternidades comarcales a raíz de la destrucción de nuestro sistema de salud pública impuesta por las políticas neoliberales, que suponen un retroceso de la protección social y genera situaciones de parto ansiogénicas: ¿ llegaremos a tiempo a una maternidad ubicada a varias decenas de kilómetros ? ¿ Qué sucederá si el parto se produce antes de llegar al hospital y se necesitan unos cuidados urgentes ?
El año pasado, en 2019, se contabilizaron oficialmente en Francia 151 feminicidios. Este año, a finales de abril, un mes y medio tras el principio del confinamiento, 31 habían sido asesinadas por su pareja o ex pareja. El confinamiento aumentó las violencias sexistas o sexuales en contra de las mujeres y niños. Son innumerables los golpes, insultos, violaciones y relaciones sexuales forzadas.
Se han abierto líneas telefónicas gratuitas, pero el sistema es muy insuficiente. El Senado francés propuso poner a disposición mil quinientos millones de euros para luchar contra las violencias familiares durante el confinamiento, pero el gobierno se negó. Semejante negativa es incomprensible e inaceptable ante la necesidad urgente.
A ello se añadió la atención a los niños a lo largo del día: comidas, ocupaciones, deberes y clases en línea. Situaciones complejas que generan estrés y se llevan de forma muy dispar según el entorno social. Las familias más precarias con recursos muy bajos han estado en primera línea de un confinamiento que han conllevado daños colaterales con graves consecuencias y dificultades económicas subsecuentes.
En caso de no encontrarse confinadas a domicilio, las mujeres en el trabajo han estado en primera línea, en el frente de esa « guerra » declarada por Emmanuel Macron, a golpes de aceleración neoliberal. Las mujeres son las combatientes, muchas veces a tiempo parcial, en las empresas de limpieza, gran distribución, asistencia a las personas a domicilio pero también en las residencias de ancianos donde, para hacer frente a la situación, se han disparado sus horas laborales. La huella del cansancio se nota más tras cada día y cada noche de trabajo, un trabajo realizado en una condiciones indignas tanto para los trabajadores como para los ancianos. Véase el testimonio de Caroline Fiat, diputada de la France Insoumise, cuando volvió a incorporarse al trabajo en el « Grand Est », una zona de Francia especialmente afectada.
Una de las enseñanzas de la lucha feminista es la importancia de su presencia en el terreno a través de los colectivos, asociaciones y sindicatos en los que la presencia de las mujeres por fin hace visible el combate de ideas, al mismo tiempo que reúne a las mujeres alrededor de su interés común. El trabajo de las asociaciones « Osez le féminisme » y « Nous toutes » por ejemplo, demuestra que la lucha de las mujeres coincide con otras formas de dominaciones, desigualdades salariales, apoyo a las huelgas de las camareras de piso y al colectivo LGBTI etc. Las formaciones organizadas por esas asociaciones permiten movilizar a más mujeres pero también hombres conscientes de que les toca desempeñar un papel en la transición del patriarcado a una nueva sociedad de igualdad.
La participación de las mujeres en los sindicatos nacionales es otro desafío frente a las discriminaciones internas reales. La presencia de colectivos de mujeres en las manifestaciones contra la reforma del sistema pensiones o en apoyo a los servicios públicos recuerda también que, aunque las reformas liberales afectan a toda la población, las mujeres están en primera línea de la vulnerabilidad. Y también se distinguen por su creatividad, como con la coreografía « A cause de Macron »[1], vestidas con monos de trabajo, guantes de limpieza en mano, acompañadas por las diputadas insumisas Manon Aubry y Clémentine Autain para denunciar la precariedad de los oficios femeninos.
Más que nunca, esta crisis arroja luz sobre los vínculos mortíferos entre patriarcado y capitalismo. De la misma manera que el capitalismo explota a la mano de obra no calificada para incrementar sus provechos, el patriarcado, por su parte, ha favorecido, a lo largo de la historia, una organización social a bajo coste que sacrifica a las mujeres en el altar de la productividad. Incluso ahora, a pesar de que las mujeres han conquistado el derecho de voto, el derecho a disponer de sus cuerpos y numerosos derechos laborales, el patriarcado sigue en pie: en las desigualdades salariales y la falta de reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo no remunerado, en las violencias sexuales persistentes, pero también en la continuidad de las referencias varoniles y guerreras que no hacen sino deteriorar las relaciones humanas y políticas.
Durante mucho tiempo las luchas feministas tuvieron que competir con la lucha de clases dentro de los movimientos revolucionarios, siendo consideradas como secundarias o disruptivas. Era olvidar demasiado rápido los puestos de vanguardia que siempre han ocupado las mujeres en las revoluciones. Y equivale a no reconocer hoy la estupenda fuerza de movilización que representan las luchas de las mujeres en todas las partes del mundo.
Como la ecología, el feminismo ofrece la posibilidad de volver a definir en profundidad la organización de nuestra sociedad. Mucho más allá del derecho de las mujeres, también pueden pensarse nuevamente la situación y el papel de los hombres. Salir del patriarcado es pensar la producción, el consumo y la reproducción a través del enfoque de la igualdad de los individuos. Por ello, son temas por profundizar y desafíos que levantar en la revolución ecosocialista a la que nos estamos preparando.
Sandrine Coquerie et Florence Poznanski
Traducido del francés por Alice Carette
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[1] Parodia de » A cause des garçons », una canción del año 1987